PERFILES I
Victor Manuel Gaete Puelma |
Nuestro amigo Victor
Gaete, un melómano de los valiosos, es el elegido para iniciar esta serie de Perfiles de los colaboradores de este Blog. Presenta una gran trayectoria como oyente
dedicado de la Música Selecta desde su infancia y pleno de recuerdos y
anécdotas sobre músicos, a muchos de los cuales tuvo la ocasión de conocerlos asistiendo
a sus recitales y conciertos.
Actualmente produce
un programa de Música Selecta para una radio de su comunidad en la localidad de Las Cruces en la Quinta Región.
En este Blog ya he
incluído más de una participación suya,
con temas muy interesantes.
En su oportunidad, me permití enviarle una serie de preguntas para que con su amabilidad y caballerosidad que lo distingue, me contestara con el fin de conocerlo mejor y lograr a la distancia éso que nos falta tanto, que es al menos imitar una tertulia musical.
En su oportunidad, me permití enviarle una serie de preguntas para que con su amabilidad y caballerosidad que lo distingue, me contestara con el fin de conocerlo mejor y lograr a la distancia éso que nos falta tanto, que es al menos imitar una tertulia musical.
La idea es que a
través de 3 entregas conozcamos sus respuestas
y después a quien interese opinen sobre ellas y contemos nuestras propias
experiencias.
Entrando en materia:
1.- En nuestra formación como melómanos, casi siempre existe algún hecho relevante o la participación de alguien influyente que nos marca el inicio del proceso. En tu caso particular podrías citarnos algo de tu experiencia al respecto?
En mi caso, la iniciación en la música fue en
la niñez. Tengo como primer recuerdo esa tan simple pero tan hermosa Canción de
Cuna de J. Brahms, pero silbada, y debe haber sido como a los 3 años; era nuestro
Papá para hacernos dormir en la casa del Cerro Alegre en Valparaíso. Aún
existe esa casa en calle San Enrique 555.
Cuando actuó allá la Orquesta de San Carlos de
Nápoles, hace unos 2 años atrás, en la Plaza Sotomayor, mientras
esperábamos el inicio aproveché de ir y entré a la casa donde vivimos como
hasta 1942 ( aún estaba vivo Rachmaninov).
Es lo primero que recuerdo de música; no se hablaba en ese tiempo del efecto
Mozart. Después una hermana de mi abuela paterna, que no pudo ser concertista
porque se casó, y su maestro la había condenado – como que tenían que ser
célibes - le oímos muchas veces en el
piano el Vals Opus 39 Nº 15 de Brahms, la Romanza en Fa de Anton Rubinstein, el Estudio
Opus 10 Nº 3 de Chopin. La Sra. María, como se llamaba mi tía, tocaba muy bien, pero ya era señora, mamá y
costurera, nunca sería pianista. (Martín Krause, el maestro de Arrau, hacía lo
mismo en Berlín, pero a la inversa y les decía: “cásese no más mijita", a
las alumnas a las que no les veía porvenir en el piano; tal vez eso era más
didáctico y respetuoso).
Y después viene el abuelo materno – al
paterno no lo conocimos – que me indujo a apreciar la calidad en la
interpretación, más que la música misma. El me hacía oír cantantes de ópera y
opinar sobre los mismos, como Fleta, Caruso, Schipa, Gigli, etc.; pero ponía otros que eran menos buenos, a los
que llamaba “de pacotilla” y me lo recalcaba, y eso a uno lo iba marcando; esto
fue como entre los 6 a
los 10 años de edad; incluso me hizo aprender la Donna e Mobile de Rigoletto, además de otra canción llamada “ Del cielo bajó San Juan de la mano de San Pedro”, que
me hizo cantar en público en el Convento de la Divina Providencia
donde teníamos una tía monjita, que lo retaba por la última canción algo
profana, lo que le ponía rojo de tanto reírse; yo tenía ahí unos 7 años.
En el intertanto vivimos en Lota Alto y ahí
conocimos la Sinfónica
de Chile, a Nicanor Zabaleta, con el cual estuvimos en el escenario (no quería
continuar el concierto porque los mineros pedían “cueca", y al final se retiraron
al saber que no se tocaría ninguna). Eso deber haber sido en 1947. También al
cantante de tango Hugo del Carril, que estuvo en nuestra casa.
En ésa época, teníamos una Victrola, y discos con el
Nocturno Op 9 Nº 2 de Chopin por Alfred Cortot;
más el Preludio de Rachmaninov, del cual no recuerdo el Opus, el más
conocido, que mi Padre nos contaba que se refería a una persona que sufre un
ataque de catalepsia, y lo entierran vivo. Por supuesto la Introducción y Rondó
Caprichoso del maestro Saint Saens. Y por la Radio desde Santiago,
mi Madre escuchaba un radioteatro del Amor Yarur, cuya característica era el Vals de
Naila, de Leo Delibes.
Y es así como empezó esto, continuando en
Santiago desde 1948 y no se detuvo más, y las melodías se me fueron quedando
grabadas en la mente,.
2.- En la evolución
natural como oyente, experimentamos una trayectoria
a través de los diferentes épocas que marcan la Música Selecta en general. En
tu caso, comenzastes con los Clásicos, los Románticos o con la Música Barroca?.
Puedes rememorar si se cumplieron etapas marcadas al respecto?
Mis primeros lazos fueron con el
Romanticismo, mi abuelo era muy
aficionado a Verdi, y la tía pianista frustrada todo lo que tocaba era
Romántico. Pero desde los 10 años, en
Santiago, se nos abrió un mundo de la Radio,
más amplio que en Lota; se transmitían los conciertos desde el Municipal en
vivo; se retransmitían los conciertos de New York, Boston y Filadelfia en esos
discos de transcripción enormes y así fue aumentando mi ámbito musical: la 1era
de Brahms, la 5ª de Beethoven, y la In
Memoriam de Ian Francesco Malipiero, que escribió a pedido de
Sergei Kousevitzky en memoria de su esposa; y por ahí aparecía Mozart, su
Adagio y Fuga Kv.546 siempre me impactó
su profundidad, la Sinfonía
de los Juguetes que en ese tiempo era de Haydn, vimos la película Fantasía, y
ahí entramos de lleno a todo, de barroco a
contemporáneo, pero en forma desordenada, no por época; Para 1952,
teníamos en casa la Rapsodia Española
de Liszt/Bussoni, con Egon Petri y
Mitropoulos junto con la Sinfónica de Minneapolis
(aún tengo uno de los discos 78 rpm) y el inicio de la Cantata 106 “Actus
Tragicus” de J.S.Bach, con esa introducción con dos flautas tan hermosa.
3.- Obviamente que nuestros gustos personales nos guían por derroteros distintos y a veces por deleitarnos demasiado con lo que nos gusta más, perdemos la ocasión de escuchar una gama más amplia de compositores, estilos, etc. Aplicastes alguna vez el criterio de escuchar obras nuevas sólo con el fin de conocerlas y experimentar la novedad?
Aquí yo haría una salvedad. Aparte de la Radio, estaba El Teatro Ópera, donde en 1949/1950 conocimos
a Enrique Iniesta y a su señora Yocasta Corma, a don Eduardo Sinkevic, (creo
que se escribía así) a Dobrila
Franulic, la cellista melenuda, hermana de Lenka, a Pedro D’Andurain y otros;
también estaban los Conciertos al Aire Libre, que realizaba la Sinfónica con Víctor
Tevah, en el Forestal detrás del Palacio de Bellas Artes. eso era
fantástico. Es decir escuchábamos todo
lo que había, pero principalmente los conciertos desde U.S.A. Hay que recordar
que recién terminaba la 2ª Guerra Mundial. Lo que lamento, es no haber
escuchado en directo a Rosita Renard en
1949, la ídola mozartiana de Erich
Kleiber y tantos músicos extranjeros que inundaron por mucho tiempo
América.
(Continuará )
Concepción, 31 de Julio 2012
(Continuará )
Concepción, 31 de Julio 2012